jueves, 3 de diciembre de 2009

Piensa en padre. Piensa en Padre.

Escena de "Cuéntame", hace un par de minutos. Antonio Alcántara (Imanol Arias) y su hermano (Juan Echanove) andan discutiendo porque el primero tiene un dilema moral bastante puñetero.

"Cuando se me presenta un dilema de estos, ¿sabes lo que hago? Pienso en padre. Pienso en lo que haría él en mi lugar. Porque siempre me dijo que no perdiera el norte, y gracias a él, tú y yo podemos andar con la cabeza bien alta; algo muchos no pueden decir".

Y oye, que quien diga que Dios es algo etéreo, o algo que no tiene que ver con la vida real, le recomiendo que se convierta, jejejeje!

"Piensa en padre". Pienso en el Padre. Pienso en todo el trabajo que tiene que tener, y más en estos tiempos en los que no sé vosotros, pero yo no paro de ver gente con dificultades, sufriendo, alejándose de Dios o al menos con muchos obstáculos para verle. Y pienso en el infinito Amor que me tiene. Pienso en lo grande que tiene que ser el archivador cuya etiqueta tenga escrita mi nombre, y sin embargo cómo Él lo tira a la basura para abrir uno nuevo cada vez que recibo Su perdón de manos de un sacerdote.

Y pienso en lo que debo hacer en cada momento. Y empiezo a ver el tremendo valor que tiene la Palabra de Dios: "Buscad más bien el Reino de Dios y el resto se os dará por añadidura" (Mt 6). Que muchas veces nos empeñamos en revelaciones instantáneas de Dios (y en absoluto estoy en contra de ellas, que yo sí que creo que Dios es todopoderoso y hace y deshace como le da la gana), cuando lo que nos suele pedir Dios es que nos mantengamos cerca de Él, que seamos más santos, que seremos más nosotros cuanto más Él queramos ser. Él es la plenitud de nuestra persona, de nuestras capacidades. Y entonces tendremos la certeza de no errar...

Pensar en Padre. Pensar en Papá. Rezar, rezar, no cansarse de rezar... Ese es el norte que no debemos perder, pues Él mismo nos lo ha dejado bien clarito. Jesús se pasa la mayor parte del evangelio orando al Padre. "Pensando" en Él...

Y gracias a Él, a que Jesucristo nunca perdió el norte y supo que debía ser el Cordero, tú y yo hoy podemos levantar la cabeza bien alta y decir con orgullo (del bueno) que somos hijos de Dios, hijos de la Iglesia, salvados por Jesucristo. Y ten muy claro que no hay mayor orgullo que ese...


Que Dios te siga bendiciendo

Álex Dei